La incapacidad permanente es un tema crucial para cualquier empresa que valore el bienestar de sus empleados y la eficiencia operativa.
Por eso, la lista de enfermedades para incapacidad permanente en 2025 es fundamental para que las organizaciones no solo conozcan las patologías incluidas, sino que también desarrollen estrategias inteligentes para gestionar su impacto.
En este artículo, exploramos enfoques prácticos para que las empresas puedan mitigar riesgos, promover la inclusión y mejorar la productividad frente a estos cambios.
¿Qué es la incapacidad permanente?
Antes de profundizar en el tema, es importante aclarar qué se entiende por incapacidad permanente.
Este concepto hace referencia a una situación en la que un trabajador ve reducida o anulada su capacidad laboral debido a limitaciones anatómicas o funcionales, lo que le otorga derecho a recibir una prestación económica. Su evaluación y reconocimiento corresponden al Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS). El estado del paciente es evaluado médicamente para determinar su grado de incapacidad.
La incapacidad permanente está regulada en el artículo 193 de la Ley General de la Seguridad Social (LGSS). Según este artículo, suele derivarse de una incapacidad temporal previa, tras la cual se determina que el trabajador no es apto para ejercer su profesión habitual o, en algunos casos, para desempeñar cualquier actividad laboral.
Los tipos de incapacidad permanente
Existen diferentes grados de incapacidad permanente:
Incapacidad permanente parcial: este es el grado más leve dentro de la incapacidad permanente. Se concede cuando el trabajador aún puede desempeñar su profesión habitual, pero con una reducción de al menos un 33% en su rendimiento normal.
Incapacidad permanente total: en este caso, la persona no puede seguir ejerciendo su profesión habitual, aunque sí puede dedicarse a otras actividades laborales.
Incapacidad permanente absoluta: cuando un trabajador no está en condiciones de desempeñar ningún tipo de actividad laboral, se le reconoce la incapacidad permanente absoluta.
Gran Invalidez: este es el nivel más alto de incapacidad. Además de no poder trabajar en ninguna profesión, la persona afectada necesita asistencia de terceras personas para realizar actividades básicas del día a día, como vestirse, desplazarse o asearse, debido a sus limitaciones físicas o funcionales.
Enfermedades que pueden causar incapacidad permanente en 2025
Una de las dudas más frecuentes sobre la incapacidad permanente es: “¿Cuáles son las enfermedades para incapacidad permanente?”. Sin embargo, no existe una lista oficial y definitiva de enfermedades que garanticen automáticamente el acceso a este beneficio, ya que cada caso se evalúa de manera individual.
El reconocimiento de una incapacidad parcial, total, absoluta o gran invalidez se basa en criterios médicos y jurídicos, considerando el impacto real de la enfermedad en la capacidad laboral del trabajador. Este proceso incluye la evaluación de informes médicos, pruebas clínicas y, en algunos casos, la intervención del tribunal médico.
Para que tengas una visión más clara, a continuación te presentamos un listado de enfermedades para incapacidad permanente. Las enfermedades más comunes para recibir la incapacidad permanente son:
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Enfermedades neurológicas y psiquiátricas: como Alzheimer, demencia, esclerosis múltiple, epilepsia, esquizofrenia, trastorno bipolar, síndrome de Ménière, Parkinson, agorafobia, aneurisma, ansiedad, migraña crónica y neuropatía óptica.
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Enfermedades reumatológicas y musculoesqueléticas: como artritis reumatoide, artritis psoriásica, gonartrosis, artrosis, fibromialgia, espondilitis anquilosante, miastenia gravis, hernias discales, lesiones graves y patologías graves de cadera o rodilla.
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Enfermedades cardiovasculares y respiratorias: como insuficiencia cardíaca, cardiopatías severas, hipertensión pulmonar, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), enfisema pulmonar, apnea obstructiva del sueño grave, asma, fibrilación auricular, insuficiencia mitral, ictus, infarto agudo de miocardio y taquicardias.
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Cáncer y enfermedades crónicas: como tumores avanzados, insuficiencia renal crónica, fatiga crónica, lupus eritematoso sistémico, colitis ulcerosa, pancreatitis, enfermedad de Crohn, sarcoidosis y enfermedad de Behcet.
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Trastornos metabólicos y endocrinos: como obesidad mórbida con comorbilidades severas, diabetes con complicaciones graves, enfermedades autoinmunes, incluyendo síndrome de Arnold Chiari.
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Trastornos psiquiátricos y del comportamiento: como depresión mayor resistente a tratamiento, ansiedad extrema incapacitante, síndrome de burnout, ludopatía patológica, alcoholismo, trastorno obsesivo compulsivo (TOC), trastorno límite de personalidad, trastorno de estrés postraumático y síndrome de cola de caballo.
Es importante recalcar que la concesión de una pensión por incapacidad permanente no depende únicamente del diagnóstico, sino del grado de incapacidad que impida desempeñar un trabajo de manera efectiva. Estas prestaciones económicas buscan mantener los ingresos del beneficiario y cubrir la pérdida de ingresos debido a su incapacidad para trabajar. Además, factores como una baja médica prolongada, recaídas o secuelas postoperatorias pueden influir en la decisión final de los organismos evaluadores. El importe de las pensiones se basa en las bases de cotización y es fundamental realizar revisiones periódicas para ajustar su cuantía.
Si crees que podrías ser candidato para esta prestación en 2025, lo más recomendable es consultar con un especialista y solicitar asesoramiento legal para evaluar las opciones disponibles según tu caso específico. Existen ejemplos de casos exitosos donde se ha reconocido la pensión de incapacidad permanente para diferentes patologías, lo que demuestra la importancia de una evaluación detallada y personalizada.
Enfermedades específicas para incapacidad permanente
Aunque no existe una lista oficial y cerrada de enfermedades que automáticamente otorguen el derecho a la incapacidad permanente absoluta, hay algunas condiciones que frecuentemente han sido asociadas con la concesión de una pensión por incapacidad permanente. Estas incluyen:
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Enfermedades neurodegenerativas graves: como el Alzheimer avanzado o la esclerosis múltiple en etapas progresivas.
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Traumatismos severos: incluyendo lesiones cerebrales traumáticas que resulten en una pérdida significativa de la función cognitiva o motora.
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Cáncer en estado avanzado: especialmente aquellos que implican tratamientos intensivos que incapacitan física y mentalmente.
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Enfermedades cardíacas graves: como la insuficiencia cardíaca congestiva severa, que limitan enormemente la capacidad física y pueden hacer imposible cualquier esfuerzo sin riesgo de descompensación grave.
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Enfermedades psiquiátricas severas: como la esquizofrenia o trastornos del ánimo graves (depresión mayor, trastorno bipolar), que en sus formas más severas impiden el desempeño laboral.
Requisitos y procedimiento para la incapacidad permanente
Para que los trabajadores puedan acceder a una incapacidad permanente, deben cumplir con unos requisitos básicos. Aunque es importante mencionar que, al existir diferentes tipos de incapacidades permanentes, los requisitos pueden variar. En general, los requisitos incluyen:
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No haber alcanzado la edad de jubilación.
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Estar inscrito y activo en la Seguridad Social, o encontrarse en una situación que se considere como asimilada al alta.
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Cumplir con un período mínimo de cotización previo, excepto en casos donde la causa de la invalidez sea una enfermedad profesional o un accidente, ya sea laboral o no laboral.
El procedimiento para obtener la incapacidad permanente absoluta tiene varias etapas y en él participan varios actores. El proceso consta de los siguientes pasos: iniciación, valoración médica, resolución del INSS, notificación y posibles recursos.
Consejos para la empresa
Después de mostrar la lista de enfermedades para incapacidad permanente, es hora de hablar del papel de las empresas en la gestión de los casos de incapacidad permanente de sus empleados. Es crucial que las organizaciones implementen estrategias que promuevan la inclusión y el bienestar. A continuación, algunos consejos prácticos para las empresas:
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Desarrollar un protocolo claro: establecer procedimientos bien definidos para identificar y gestionar casos de incapacidad permanente, asegurando que los trabajadores conozcan sus derechos y el proceso para acceder a prestaciones.
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Ofrecer adaptaciones laborales: en los casos menos graves, las empresas pueden considerar la posibilidad de realizar ajustes en las condiciones de trabajo o en las tareas asignadas, según las capacidades del empleado. Esto puede incluir la adaptación de puestos o la opción de teletrabajo, cuando sea posible.
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Proporcionar recursos de apoyo: es importante que las empresas proporcionen acceso a asesoramiento profesional, ya sea legal o psicológico, para los empleados que enfrenten una incapacidad permanente.
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Fomentar la prevención: Implementar programas de bienestar y prevención de riesgos laborales que ayuden a reducir la probabilidad de enfermedades o lesiones que puedan llevar a una incapacidad permanente, y que promuevan la salud física y mental de los empleados.
Actualizaciones y cambios en la lista de enfermedades para 2025
Es importante destacar que la lista de enfermedades para incapacidad permanente absoluta no es una lista cerrada y definitiva.
La incapacidad permanente absoluta se reconoce cuando una enfermedad o accidente afecta la capacidad funcional de un individuo para trabajar, y la evaluación individual de cada caso es crucial para determinar la incapacidad permanente absoluta.
Aunque no hay una lista oficial de enfermedades para incapacidad permanente absoluta, la Administración Pública se guía por criterios específicos para evaluar la incapacidad.
Una misma enfermedad puede ser motivo de incapacidad para una persona, pero no necesariamente para otra.
El enfoque se basa en la evaluación individual de cada caso, teniendo en cuenta el impacto de la enfermedad en la capacidad de trabajar de forma continua y eficiente.
Es importante consultar la tabla de enfermedades para incapacidad permanente absoluta que incluye condiciones específicas consideradas por la Seguridad Social para esta categoría de incapacidad, y estar al tanto de las actualizaciones y cambios en la lista de enfermedades para 2025.
Conclusión
En 2025, es fundamental que tanto los empleados como las empresas entiendan el proceso y las condiciones vinculadas a la incapacidad permanente.
Aunque no hay una lista de enfermedades para incapacidad permanente que garantice automáticamente la pensión, existen enfermedades comunes, como las neurológicas, cardiovasculares, reumatológicas, el cáncer y los trastornos psiquiátricos, que suelen ser evaluadas para determinar la elegibilidad.
Para los trabajadores, es crucial saber que la incapacidad no depende únicamente del diagnóstico, sino de cómo afecta efectivamente su capacidad para desempeñar su trabajo.
Además, factores como las secuelas de un accidente o una baja médica prolongada pueden influir en la decisión final.
Por otro lado, las empresas deben estar preparadas para gestionar estos casos de manera efectiva, proporcionando apoyo adecuado a los empleados afectados y adaptando sus políticas para asegurar un entorno inclusivo.